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jueves, 2 de marzo de 2017

Enjuician dominicano acusado de asesinato de mujer a la que habría apuñalado 30 veces en 2004

Benjamín Martínez, enjuiciado por el asesinato de Caridad Puente en 2004. NUEVA YORK. El dominicano Benjamín Martínez de 48 años es enjuiciado en la Corte Superior de Hampden en Massachusetts, por el asesinato de Caridad Puente, cuyo cadáver fue encontrado con 30 puñaladas, el 9 de junio de 2004, en su apartamento de la calle Taylor.
Puente, quien tenía 35 años de edad, habría sido acuchillada, de acuerdo con la acusación de la policía.
Durante el juicio, en la continuación del proceso que se inició el lunes, fiscales han presentado numerosos testigos, fotografías, dibujos y otras evidencias que presuntamente conectan a Martínez con el homicidio.
De ser hallado culpable, el acusado enfrenta una sentencia de cadena perpetua.
“La cama estaba saturada de sangre”, testimonió ante el jurado el sargento Marcos Rolland en el juicio dirigido por el juez Richard J. Carey.
“Había sangre en edredones y almohadas en el suelo y manchas de sangre alrededor de una ventana. Había manchas de sangre en una tina de plástico azul llena de juguetes para niños”, dijo el oficial.
Relato que en la cocina había muchas más manchas de sangre, incluyendo todo el fregadero y la pared posterior. Una caja de cereal tenía una gota de sangre. Los armarios (closets) estaban manchados de sangre.
“Y la sangre estaba alrededor y en el armario donde se encontró el cuerpo de Puente, a su lado estaban su hija de 11 meses de edad, y los otros niños junto a ella, gritando y cubiertos de la sangre de su madre”, continuó el sargento en el espeluznante relato.
La abogada Mary Anne Stamm, quien defiende a Martínez, dijo al jurado en su argumento de apertura el lunes que Martínez testificará en el estrado en su propia defensa.
La abogada señaló que Martínez le dirá al jurado que él estaba en el apartamento de Puente, pero no la mató. Ella dijo que Martínez va a ser capaz de decirles a los miembros del jurado “quién fue el que mató a Caridad Puente”.
Martínez, residente en Chicopee, fue detenido en 2014 después de que se le hiciera una prueba de su ADN que coincidió con la sangre hallada en el apartamento, así como con muestras extraídas de debajo de las uñas de Puente.
El fiscal alegó al que conocerán que la víctima era una narcotraficante y Martínez un drogadicto.
Ángel Puente, ahora de 22 años de edad, y quien tenía 10 cuando llegó a casa de la escuela, y no podía entrar en el apartamento, porque nadie lo escuchaba el día del asesinato, fue a la residencia de un vecino para usar el teléfono.
“Llamé a mi madre primero, pero ella no respondió“, dijo el joven. Luego llamó a su tía Isabel Puente, quien fue al apartamento con él. Encontraron la puerta de entrada cerrada por dentro.
Oyó a su hermano de 11 meses llorando, y su tía decidió romper el cristal de una ventana. El jurado vio las fotos de la víctima en las que aparece sentada contra la pared del armario.
El sargento Rolland dijo que las heridas eran más visibles en la mejilla izquierda, el cuello y la cara.
La defensora de Martínez bombardeó al oficial con múltiples preguntas acerca de cómo y cuándo se recogieron pruebas y cómo se han documentado.
Le adelantó a los jurados que demostrará que la policía no investigó adecuadamente la escena o el delito.
Entre otras preguntas, ella le inquirió al sargento si la policía se había llevado la computadora y chequeado los registros de llamadas en los móviles de Martínez y la víctima, y la respuesta fue negativa.
La fiscalía objetó que Martínez testifique en su defensa en el estrado, pero el juez aclaró que el acusado está en el derecho de defenderse como él quiera.

Trump saborea recepción favorable de su discurso al Congreso, pero deja preguntas abiertas

El discurso del presidente descolocó a los demócratas, que fueron al Congreso con la firme intención de rechazar su política, pero se vieron obligados a aceptar el tono moderado que desplegó en la tribuna.                                                                                                                 WASHINGTON. El presidente Donald Trump tranquilizó a los republicanos y a una parte de los ciudadanos estadounidenses en su primer discurso ante el Congreso, pero numerosas preguntas quedan en el aire sobre los detalles y costos de su ambiciosa agenda.
El presidente estadounidense Donald Trump (c), habla durante un almuerzo con los líderes republicanos del congreso, entre ellos el portavoz del congreso, Paul Ryan (d), y el líder de la mayoría en el senado, Mitch McConnell (3i), en la Casa Blanca el 1 de marzo de 2017. Los estadounidenses reaccionaron optimistas al largo mensaje de Trump, que atemperó su retórica más estridente en pro de un tono más solemne y un llamado a la unidad nacional.
Un 76% de los telespectadores preguntados por CBS News/YouGov aprobaron la intervención de Trump en el Congreso y el 70% de la audiencia interrogada por CNN/ORC dijo estar más optimista tras el discurso.
La guinda del pastel fue el respaldo de Wall Street al cerrar la sesión del miércoles con un nuevo récord del Dow Jones, que superó por primera vez los 21.000 puntos.
El nuevo inquilino de la Casa Blanca navegaba esa ola positiva, manteniéndose casi invisible este miércoles, en reuniones con los jefes parlamentarios para planificar los próximos meses e intentar alcanzar un consenso sobre las ambiciosas reformas de la salud y los impuestos.
La alocución del martes, transmitida por las grandes cadenas, atrajo a unos 48 millones de televidentes, según la medidora Nielsen: más que Barack Obama en su último año (31 millones), pero menos que la primera vez del presidente demócrata en 2009 (52 millones).
“Gracias!”, tuiteó Trump a primera hora del miércoles a sus 28,5 millones de seguidores.
Para prolongar el ímpetu generado, la Casa Blanca postergó la firma de un nuevo decreto migratorio e impidió las cámaras de televisión en su conferencia diaria con periodistas, que habrían generado distracciones.
Sin abandonar su tenor nacionalista, Trump ofreció una agenda más constructiva, que podría ayudar a calmar un país sumamente dividido luego de los accidentados 41 primeros días del joven gobierno.
“Pienso que estuvimos todos realmente complacidos de escuchar el mensaje unificador del presidente. Fue refrescante para todos después de unas elecciones tan difíciles”, dijo el líder republicano del Senado, Mitch McConnell.
Los estadounidenses están “listos para un nuevo comienzo”, añadió.
“Fue un jonrón, un ‘touchdown’, una canasta de tres puntos (...) fantástico,“ afirmó el congresista Adam Kinzinger, enumerando metáforas deportivas.
En un tono más moderado, citando la Biblia y a los expresidentes Lincoln y Eisenhower, Trump explicó a los ciudadanos que relanzará la economía y la industria, reforzará la defensa, luchará contra la delincuencia, expulsará a los sin papeles que considere peligrosos y cambiará la reforma sanitaria de su predecesor.
“No fue un discurso de borrón y cuenta nueva”, insistió su portavoz, Sean Spicer, felicitándose por el “ímpetu” generado por la alocución.
Trump tendió también la mano a los demócratas, retomando su promesa de crear un programa de grandes obras equivalentes a un billón de dólares y ofrecer licencias familiares pagadas.
Los demócratas, desmontados
El discurso del presidente descolocó a los demócratas, que fueron al Congreso con la firme intención de rechazar su política, pero se vieron obligados a aceptar el tono moderado que desplegó en la tribuna.
“Fue un discurso menos oscuro que el de la investidura. Intentó tender la mano”, aseguró el legislador por Connecticut John Larson. De todas formas, advirtió que “el diablo” se esconde detrás de los detalles de su programa gubernamental.
Trump fue de hecho tan vago en sus explicaciones, que dio a que cada facción política la posibilidad de hacer sus propias interpretaciones.
“Un niño de ocho años es capaz de darse cuenta de que vamos a crear un déficit enorme si hacemos todo lo que dice el presidente”, apuntó a la AFP el senador demócrata Chris Van Hollen.
Más allá de los discursos, los demócratas siguen denunciando una presidencia, en su visión, muy conservadora por el momento en los temas de inmigración o economía, con las desregulaciones empujadas por la Casa Blanca.
El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, recorrió los platós de las principales cadenas televisivas para dejar claro que su partido no caerá en la trampa del mandatario.
“Con Donald Trump, los discursos no dicen gran cosa”, señaló. “Sus discursos son populistas, dirigidos a los trabajadores que le votaron. Pero gobierna desde la extrema-derecha, en beneficio de los grupos de interés”.
por Ivan Couronne / Jerome CARTILLIER. AFP